martes, 25 de septiembre de 2012

Toda una vida (Another Year, 2010) de Mike Leigh



Tom (Jim Broadbent) y Gerri (Ruth Sheen), es un matrimonio ya mayor, pero muy unido. El tiempo (el filme se divide en episodios cuyos títulos nombran las sucesivas estaciones) sigue su curso, y, así, se articula una narración en la que pareciera que nada importante ocurriera. Sin embargo, otros personajes, amigos y familiares, van incorporándose. Es el caso de la amiga de Gerri, Mary (extraordinaria Lesley Manville), secretaria que está perdiendo su juventud, y cuya crisis nerviosa cobrará un protagonismo inusitado. 

Mike Leigh es un heredero de Bergman, de Cassavetes, incluso de Dreyer. Su personaje más complejo, Mary, escenifica un tortuoso vía crucis en el que, dentro de las visitas diarias, pretende aferrarse a la estabilidad que no tiene. Sus torpes estrategias de enamorar al hijo de Tom y Gerri no son más que otro síntoma de su desequilibrio. La soledad es lo único que le queda, como sucede con Ken, amigo de Tom, absorbido por una espiral depresiva que no pretende ocultar. Lo interesante del filme radica no solo en el contraste de la pareja feliz y los adultos en problemas, o en el estudio del alma a partir de la auscultación de los gestos más sutiles del cuerpo y el rostro, sino en esa conflictiva relación de dependencia y correspondencia que termina logrando un piadosa armonía entre todos; una que, además, deja abierta la interrogante sobre Mary, la verdadera heroína de Leigh, sobre la que se posa la grandeza y el misterio del filme.(En: Somos 22/09/12)

jueves, 20 de septiembre de 2012

Chris Marker (1921 -2012)


El secreto de Albert Nobbs (Albert Nobbs, 2011) de Rodrigo García



Esta es una nueva colaboración de Rodrigo García (Nueve vidas) con Glenn Close, quien además funge de co-guionista y productora del filme. Se trata, pues, de un proyecto tan o más personal de la veterana actriz, quien luego de sufrir un fuerte encasillamiento por parte de la industria, pareció haber encontrado en García a un cineasta capaz de aprovechar su versatilidad. 

En El secreto de Albert Nobbs, Close personifica a una mujer que, para sobrevivir en la Irlanda del siglo XIX, aparenta ser un mayordomo y supervisor del equipo de servicio de un hotel de Dublín. Habiendo vivido una vida circunspecta, los conflictos afloran cuando conoce a un hombre misterioso (Janet McTeer) que la hará reflexionar sobre su vida y perseguir sus sueños. Hasta aquí, la cinta genera expectativa dentro de una puesta en escena transparente –donde, como es habitual en las películas de época, se lucen los apartados de producción y ambientación–. Por otro lado, la actuación de Close (nominada al Oscar a mejor actriz principal), sutil y turbada –ajena a cualquier tic efectista–, ratifica las expectativas en su trabajo. Sin embargo, la cinta adolece de problemas en cuanto al conflicto principal, a la motivación romántica del excéntrico personaje que da nombre al filme, y al no explorar lo suficiente en su intimidad o identidad. El secreto de Albert Nobbs es una de esas cintas de ejecución demasiado prudente, que no llega a escarbar lo suficiente en las encrucijadas sugeridas por los entramados psicológicos y argumentales que plantea.(versión modificada del texto publicado en Somos,25/08/12)

Agentes secretos (Haywire, 2011) de Steven Soderbergh



La nueva película del director de Contagio es un ejercicio de estilo, o de género (en este caso, el thriller de acción), concebido –en propias palabras de Soderbergh- en función a su protagonista, la estrella de las artes marciales mixtas Gina Carano. Ella es Mallory Kane, una agente del cuerpo de élite militar, contratada para una serie de misiones secretas que no cuentan con la aprobación oficial del gobierno. Sin embargo, su historia se complica cuando empieza a sospechar del hombre que la contrata (Ewan McGregor) y la sinuosa red que está detrás del plan.

Soderbergh es uno de esos cineastas camaleónicos, con gran habilidad para aportar una siempre bienvenida cuota de inteligencia y sensibilidad a proyectos menores o de ánimo lúdico como este. Si bien es cierto ya no son ninguna novedad las estructuras temporales fragmentadas, ni las tramas laberínticas que cada cierto tiempo revelan diferentes culpables y victimarios, Agentes secretos tiene la cualidad de proponer, además, un sofisticado estilizamiento que saca provecho de sus locaciones europeas, su elenco de primer nivel (además de McGregor están Michael Douglas, Michael Fassbender y Antonio Banderas), y, claro, esa extraordinaria mezcla de fuerza, sensualidad, y misterio que la Carano despliega con contundencia en cada fotograma. Lo interesante del filme de Soderbergh es que, detrás del entretenimiento, esconde una sutil relectura contemporánea del film noir y convierte a la “femme fatale” en una improbable heroína que ha perdido cualquier temor en un universo de hombres. (En Somos, 11/08/12)

martes, 11 de septiembre de 2012

El legado Bourne (The Bourne Legacy, 2012) de Tony Gilroy



Luego de la celebrada labor de Paul Greengrass al frente de las estupendas La supremacía Bourne (2004), y Bourne: el ultimátum (2007), Tony Gilroy (Michael  Clayton, Duplicity) es el encargado de resucitar la franquicia. Matt Damon pasea su recuerdo en las oficinas de la CIA y los noticiarios. Todo le recuerda a Aaron Cross (Jeremy Renner), nuevo agente de la odisea, que su vida está en peligro, y que no podrá confiar en nada ni en nadie.

Más acostumbrado al thriller psicológico que a la acción trepidante o el montaje sincopado entre la realidad y la virtualidad de los paneles de control, Gilroy ofrece un filme entretenido y elegante, pero algo quebrado, dividido entre una primera mitad con demasiadas intrigas –y recordación de las anteriores películas de la saga– y una segunda –la mejor– que asume su consistencia vertiginosa, persecutoria y desesperada. El tema de la biopolítica –las pastillas que generan una dependencia neuronal y física– convierte a Cross en una víctima del futuro, aunque se sienta a toda la trama algo artificial y desdibujada, como sucede también con la bella doctora Rachel Weizs. Con todo, El legado Bourne no está exento de pasión y virtuosismo cinematográfico –con Renner aportando una cuota adicional de dureza y hermetismo– así como de algunas secuencias memorables, entre ellas la de una acción enloquecida y luctuosa en los laboratorios del gobierno.(Somos, 08/09/12)

viernes, 7 de septiembre de 2012

Érase una vez en Anatolia (Bir zamanlar Anadolu' da, 2011) de Nuri Bilge Ceylan



El Dr. Cemal (Muhammet Uzuner) debe acompañar a un fiscal, un grupo de soldados, y el acusado de cometer un crimen, a una zona agreste –las estepas de Anatolia- y alejada de la ciudad, donde deben encontrar un cadáver. Pero, como es de esperar en un filme de Ceylan, la indagación no reviste las características usuales. La pesquisa es agotadora y cansina. A eso hay que sumar la constante aparición de nuevos datos, cambios imprevistos, y una incertidumbre que amenaza con colmar la resistencia de todos, por lo que la trama alrededor del crimen parece ser solo una excusa.

En efecto, como en las películas de Antonioni -un claro referente en el cine de Ceylan y en el de buena parte de los mejores cineastas contemporáneos-, la intriga es mero pre-texto, el detonante que permite circunscribir una aventura existencial. En este caso, el doctor se convierte, pronto, en el testigo privilegiado de una verdadera comedia filosófica donde todos luchan, en vano, por cumplir su rol, y donde la empresa conjunta parece hundirse cada vez más en la frustración y la farsa.

Por momentos, la textura estriada del filme, hecho de contratiempos en medio de la carretera y las matas de bosque, conversaciones confidentes en las paradas más insólitas, o extrañas mezclas de humor y presentimientos siniestros, nos traen resonancias de posibles precedentes ilustres, como la coreana Memories of Murder, de Bong Joon Ho. Si bien el turco filma desde la contemplación más austera –al contrario del asiático, adscrito a las coordenadas del cine de género, un espectáculo más acentuado y estilizado-, la meta de ambos está en el conocimiento de lo más recóndito de un país, el perfil de sus más soterrados y minúsculos personajes, en fin, no solo el descubrimiento de lo que ha producido la marginación y la exclusión, sino también la constatación de que lo más luctuoso e injusto está revestido de una apariencia ridícula y cotidiana.

Pero lo de Ceylan no se agota ahí. Érase una vez en Anatolia sorprende porque parece contener capítulos muy diferenciados que fluyen sin problemas, y añaden una constante lectura retrospectiva. De la primera incursión nocturna, pasamos a la cálida estadía en una pequeña villa, para luego pasar al desenlace ya en el hospital de la ciudad, que se decanta hacia una crepuscular y solitaria introspección de Cemal.
 
Lo que queda, al final, son revelaciones, visiones como destellos de gracia y milagro: la bella niña campesina que aplaca la sed de los prisioneros, desconociendo cualquier atisbo de mezquindad y provocando las lágrimas de uno de los desdichados; el fruto de un árbol que rueda, en la noche,  por el bosque, en un vaivén azaroso que imita al de la vida; o, finalmente, la certeza de que todo el proceso forense solo ha sido un simulacro, uno en el que el protagonista no es más que otra pieza del engranaje que lo perpetúa. (En: Godard! 31)



lunes, 3 de septiembre de 2012

Paranorman (2012) de Sam Fell y Chris Butler



La productora Laika (Coraline) anota otro logro artístico con esta cinta que vuelve a la técnica del stop motion (animación cuadro por cuadro que da vida a muñecos y paisajes en miniatura). Si bien Norman es un niño algo incomprendido y aislado, es interesante comprobar que Paranorman se aleja de la conmiseración o el sentimentalismo que suele acompañar a este tipo de personajes. Hablamos, más bien, de un héroe que oscila entre el tormento que le significa poder “ver” un mundo paralelo del pasado, y la imposibilidad de comunicar sus “visiones”. Pero, más allá de eso, es un muchacho valiente y comprensivo, no exento de vulnerabilidad, e identificado con los excluidos. 

El filme de Fell y Butler logra consolidar un “humor triste” y melancólico, apoyado en el estilo “retro” de sus criaturas, pero también en la coloración pálida y lavada, atornasolada del “mundo del pasado”, que, finalmente, es el que viene a cobrar venganza y tomar por asalto la realidad. Es de destacar, también, las asociaciones socio-políticas que establece Paranorman, inspiradas en el cine de zombis de George Romero (al que homenajean), ya que no solo se minimiza el horror de los monstruos al compararlo con el de la cultura de masas contemporánea, sino que también se propone una crítica a los crímenes del pasado, y a la posibilidad de reconciliación con ellos. Paranorman es una película especial, ajena a las plantillas que Hollywood impone, y que hace buen equilibrio entre la nostalgia adulta y el entretenimiento infantil. (En Somos 01/09/12)