jueves, 23 de agosto de 2012

Presas del diablo (The Ward, 2010) de John Carpenter



El legendario John Carpenter —el mismo de Halloween (1978), La niebla (1980), y Están vivos (1988)— vuelve con una premisa que puede no ser muy original: en la década del sesenta, tras un misterioso incendio, la bella y atormentada Kristen (Amber Heard) es recluida en un Hospital psiquiátrico. Allí, aprenderá a vivir con otras internas, sin saber que el lugar esconde una historia de la que nadie habla. Lo más interesante se presenta en dos niveles: uno, en la medida en que el espacio se convierte en un universo inabarcable y casi autónomo: nada parece lo que es, y detrás de cada pared se esconde una acechanza. Y si, en ese sentido, llegan ecos de Shock Corridor (1963) o La isla siniestra (2010), Carpenter imprime su estilo con personajes extraídos de esa cultura americana “retro” (nótese los homenajes a la música y TV de la época) y pueblerina que tan bien ha disfrazado el horror de la más pura inocencia. 

También destaca la actuación de Heard, que une carácter y turbación, como buena heroína de Carpenter, más la factura clásica que potencia no tanto la sangre o efectos de choque, sino lo que se sugiere fuera de pantalla —recurso aprendido de Hitchcock, y del que Carpenter logra disponer con la delicadeza y crueldad que pocos directores de horror pueden ostentar hoy en día. Es verdad que no se trata de lo mejor del autor de Christine (1983), pero Presas del diablo entretiene con las mejores armas, y está lejos de ser un título fallido. (En Somos, 18/08/12)

miércoles, 15 de agosto de 2012

Batman: El caballero de la noche asciende (The Dark Night Rises, 2012) de Christopher Nolan




Son raros los momentos en que determinadas películas desbordan los límites acordados por el género que las define. Así, 2001, odisea del espacio (1968) transformó la ciencia ficción, y El padrino (1972), el cine de gánsteres. Pero no es menos cierto que Nolan dio un nuevo inicio al subgénero de superhéroes. Y si Batman: el caballero de la noche (2008) es una obra maestra, El caballero de la noche asciende se vuelve un rotundo final para una saga tortuosa, siniestra, y, ahora más que nunca, muy política.  

Más allá de la identidad escindida de Batman (Christian Bale) y su reflejo en la de los villanos que combate, lo que tiene lugar aquí es una revuelta social guiada por “Bane” (Tom Hardy) –cuya brutalidad física solo se equipara a la de su compromiso redentor–, quien pone en jaque la supervivencia de Gótica, finalmente la ciudad del poder financiero. Pero no se trata de panfletos: Nolan presenta a un héroe agotado, debilitado, cuyos problemas personales se ven eclipsados por el complot apocalíptico. Sutilmente, se presentan diálogos que aluden, incisivamente, a una desesperanza muy actual: ¿vale la pena sacrificar la vida por un mundo corrupto, una sociedad sin justicia y totalmente desquiciada? La película de Nolan es un gran espectáculo, pero, como lo hubiera querido el mismo Cecil B. DeMille, eso no significa que el aliento épico, el diagnóstico espiritual, y la riqueza de ideas, no lo lleven a esa dimensión fascinante y perturbadora que lo hace difícil olvidar. (Somos, 04/08/12)