jueves, 28 de junio de 2012

Prometeo (Prometheus, 2012) de Ridley Scott


Luego de más de treinta años, Prometeo recoge el imaginario de Alien para contar la historia de Elizabeth Shaw (Noomi Rapace), joven tripulante de un equipo de exploradores espaciales con la misión encontrar la clave del origen de la especie humana -supuestamente ligada a extrañas formas de vida que guarda un planeta desconocido. Los logros son múltiples: desde conseguir una heroína de antología, como el que interpreta Rapace (con la difícil tarea de hacer olvidar a la teniente Ripley de Sigourney Weaver), hasta articular, sin tropiezos, la fantasía futurista mezclada con intensas cuotas de horror y drama.

Sin afectar el tono, Scott rinde un sutil homenaje a David Lean y a Kubrick, se deja poseer por el asombro que generan paisajes abismales y criaturas monstruosas, y utiliza la tecnología como un pintor detallista usaría un lienzo y un pincel. A eso hay que sumar la serie de quimeras que surgen desde estos astronautas extraviados, y que recuerdan mucho a los personajes de Blade Runner: el  androide manipulador que interpreta Fassbender, el anciano milenario que controla la nave, los contagios y engendros mutantes que amenazan a los humanos. Todo eso siembra el espectáculo audiovisual con otro tipo de sutileza, una hecha de preguntas sobre la crueldad de la Naturaleza y las paradojas de la existencia. Y si algunos monólogos o diálogos hacen muy evidentes sus intenciones filosóficas, diremos que se trata de un reparo menor, y que no le arrebata a Prometeo su altísima jerarquía artística.(En: Somos 23/06/12)

lunes, 18 de junio de 2012

Un método peligroso (A Dangerous Method, 2011) de David Cronenberg



Desde los años en que hacía películas de bajo presupuesto –a través del horror que suscitaba el contagio de un virus o engendro mortal instalado en el organismo de los hombres–, Cronenberg no ha dejado de avanzar en sus estudios de las relaciones mente-cuerpo, conduciéndonos por vericuetos cada vez más sutiles y psicológicos, como es el caso de M. Butterfly, Crash, o Promesas del Este. La mutación, la dependencia, los lenguajes y rituales de los que se alimentan las formas de vida, son el tema, también, de Un método peligroso. Solo que, esta vez, cobra un protagonismo mayor el tema del “saber”. En este caso, el autoconocimiento que supone la relación con el célebre terapeuta Jung (Fassbender) parece dar buenos resultados a la Srta. Spielrein (Knightley), aquejada por una histeria brutal. Ella se convertirá en una destacada especialista, mientras la pasión entre ambos va en aumento. Pero, ¿cuál es el límite? 

El célebre Dr. Freud (Mortensen) completará un hipnótico triángulo de relaciones de poder, seducción, transformación y manipulación. Como es usual en Cronenberg, un punto crucial del filme está en esa exploración de fronteras que se transgreden como un ensayo, pero que tienen efectos definitivos, así los personajes no lo deseen conscientemente, o no lo aprueben moralmente. Extraordinarias actuaciones y un espectáculo secreto, casi hermético, donde las palabras y los mínimos gestos concentran, como nunca antes en el cine del autor, un asombroso poder de significación y revelación.(En Somos 16/06/12)

martes, 12 de junio de 2012

Blanca Nieves y el cazador (Snow White and the Huntsman, 2012) de Rupert Sanders



El género fantástico, de la mano de superhéroes urbanos y bosques encantados, ha cobrado, en la última década, una vitalidad extraordinaria -en gran medida, gracias a los avances en cuanto a la tecnología digital. Desde El señor de los anillos (2001), Hollywood no cesa de hurgar en todo tipo de metáforas sobre las apariencias del poder y la recuperación de un orden cósmico que se ha puesto en peligro. Era cuestión de tiempo, entonces, para resucitar fábulas centradas en tópicos sobrevalorados hoy en día, como la juventud y belleza eternas. Y en este caso, nos encontramos con una versión menos infantil y más adulta de Blanca Nieves. Por un lado, las dos actrices protagónicas son un acierto, sobre todo Charlize Theron, quien compone a una villana donde prima el carácter sobre la caricatura. En ella se revelan heridas profundas volcadas en venganza y  resentimiento, y, sobre todo, visos de seducción y horror que, por momentos, aportan una cualidad perversa inusual en este tipo de filmes. En ese sentido, los efectos especiales y la técnica digital son utilizados de forma precisa y en función a un espectáculo supeditado al drama. El problema está en que esta economía de medios no se aplica siempre, y la edición final abunda en cámaras lentas reiterativas y secuencias dilatadas innecesariamente. Aun así, se trata de un espectáculo con momentos de inspiración expresiva, lo que deja curiosidad por los futuros trabajos de Rupert Sanders, su director debutante, y por el futuro del género. (En Somos 09/06/2012)