El neozelandés Roger Donaldson es
uno de esos directores de Hollywood conocidos por conseguir taquillazos con
películas muy malas (Cocktail puede
ser la más representativa), por fraguar otras interesantes y logradas -El gran robo (The Bank Job, 2008), con Jason Stratham, quizá
sea su mejor título-, y otras meramente funcionales, dispuestas a atraer la
atención con algunos giros de la trama, secuencias de suspenso preparadas con
oficio, y el aprovechamiento de algún actor de primer orden capaz de
sobreponerse a las limitaciones de su personaje -recordemos a Al Pacino en El discípulo (The Recruit, 2003).
Vengador anónimo pertenece a este último apartado. Un profesor de
literatura (Nicolas Cage) afronta un terrible episodio criminal en su vida,
mientras un sujeto misterioso (Guy Pearce) le ofrece un pacto basado en la
venganza más allá de la ley. Lo interesante de este punto de partida es la historia
paralela que va construyendo este ciudadano común. Vida secreta que, como en los relatos de
Hitchcock, debe ocultar de su esposa (estupenda January Jones). Pero lo que en
un inicio se mostraba como un relato de atmósferas, de elucubraciones mentales
y psicológicas, de trazos clásicos y perturbadores, termina despeñándose por
los linderos más comunes de la acción y el puro vértigo de sucesos hilvanados
con poca sutileza. Lo único que queda en pie es la actuación de Cage, cuya
concentración y carácter es capaz de remontar a los cineastas menos inspirados
y a los hechos más inverosímiles.(versión modificada del texto publicado en Somos, 12/05/2012)
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