Luego de El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Frost, el cineasta
neozelandés Andrew Dominik vuelve a conseguir la complicidad de Brad Pitt. Esta
vez, se trata de una incursión por los fondos bajos de la América en crisis de hoy.
Basada en una novela de George V. Higgins sobre el mundo criminal de Boston,
Pitt personifica a "Jackie", sicario implacable contratado por el misterioso
Driver (Richard Jenkins) a raíz de un asalto cometido en las mismas entrañas de la
mafia.
Lo interesante del filme no solo
está del lado del reparto, capaz de hacernos recordar algunos títulos de Coppola
o Scorsese. Lo mejor de Mátalos suavemente
tiene que ver con la propia personalidad que el filme busca, haciendo de los
subterfugios más marginales de la
Costa Este un espacio denso y asfixiante explorado por largos
movimientos de cámara. Dominik usa sus lentes deformados para expresar los
estados letárgicos de sus heroinómanos y perdedores, pero no impide el
lucimiento de gánsteres –entre los que destaca James Gandolfini– a los que les queda
muy poco de humanidad. Se podría decir que se trata de un fresco de la
decadencia que se extiende hacia la de todo el país. Por eso ese mar de fondo
de noticieros de TV y radio donde aparecen mensajes de esperanza de Obama,
constantemente desacreditados por la realidad siniestra que vemos. Si bien
estas alusiones a la crisis económica pueden resultar algo insistentes, Mátalos suavemente no deja de ser
exigente y sobresaliente por donde se le mire. (En: Somos 27/04/2013)
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