Volver es la historia de una saga
familiar donde solo sobreviven las mujeres. Raimunda (Penélope Cruz) vive con
su hija adolescente (Yohana Cobo) y con un marido que acaba de perder su
empleo. Sin embargo, el esposo también perderá protagonismo en lo que es, en el
fondo, una historia de madres e hijas vinculadas por un pasado trágico.
El
personaje de Raimunda está inspirado en Sofía Loren. Ella luce la cabellera
negra y revuelta, los pechos exuberantes y la misma sensualidad “popular” que
tenían las ragazzas del cine italiano de los cuarenta y cincuenta. Alrededor,
revolotean otras mujeres: desde las entusiastas y humildes vecinas –entre ellas
una prostituta algo obesa– hasta la anciana tía Paula (Chus Lampreave) o Agustina
(Blanca Portillo), una amiga de la familia que tiene cáncer.
El
espectador descubrirá, como es usual en Almodóvar, cómo el destino vincula a
estas mujeres humildes, enfermas, pero llenas de una gran necesidad de
perdonar, de cuidarse las unas a las otras, cuando los hombres han desaparecido
por completo. Es una comunidad de seres marginales y olvidados. Como el Benigno
de Hable con ella, como el Ignacio
de La mala educación, en Volver tenemos a Irene (Carmen Maura),
la madre de Raimunda que el pueblo cree muerta hace muchos años. Ella es otro
monstruo almodovariano signado por un pasado infame, lo que la condena a una
vida penitente y ensombrecida.
Sin
embargo, lo que distingue a Irene es su deseo de recuperar el amor de Raimunda.
Irene ha regresado para reconciliarse con sus hijas, para contarse los secretos
que las mantuvieron alejadas por tanto tiempo. Y esa reconquista se emprende
jugando a las escondidas, con una mezcla de inocencia, travesura y picardía del
que ya no tiene nada que perder. Es una mujer que tiene de lunática, de clown,
de ridículo espantajo, de fantasma amistoso. Ella comparte un duelo con su hija
y con su nieta, pero también la conciencia de un crimen inconfesable.
Otro
protagonista es el viento, un viento omnipresente que despeina a
Raimunda y que hecha a andar los modernos molinos eólicos que decoran las
áridas tierras de La Mancha. El olvido, el paso del tiempo, el silbido amenazante
de una ventisca que se lleva todo, anuncian la llegada de la muerte. Contra esa muerte
sobreviene no solo el empuje radiante de Raimunda, su fuerte determinación,
sino también la ternura avasalladora de Irene, la madre fantasma que regresa
para pedir perdón y cuidar de este grupo de mujeres solitarias.
Además
de regalarnos las antológicas actuaciones de Cruz y Maura, Volver es una obra maestra hecha de tomas fijas de formato ancho
donde abundan los primeros planos, los colores cálidos, las sombras bien
definidas y una tersura visual que ya se ha hecho marca de distinción de las
últimas películas de Almodóvar. El resultado es un divertido concierto de afectos, de gags cómicos, de situaciones
irrisorias y conmovedoras que ya no dependen de un gran despliegue de cámaras o
de muchos números musicales.
Volver
no solo es un decantamiento fino del arte de Almodóvar; también es una muestra
de un cine español y universal a la vez, hecho con una economía
estilística que muy pocos realizadores pueden ostentar hoy en día. (En Somos: 25/11/06)
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