La tierra corre el
peligro de morir ante el enfriamiento del Sol, que está condenado a apagarse
para siempre. Un grupo de científicos, a bordo de la nave Ícaro II, pretende
acercarse a la estrella moribunda. El objetivo es lanzarle una poderosa bomba capaz de reactivarla, y, así,
salvar a la humanidad.
Este es el punto de partida Alerta solar, del británico Danny Boyle.
Los
personajes de Boyle siempre son parte de grupos ensimismados que viven en un mundo sin esperanzas. Ya sean los junkies
de Trainspotting o los astronautas de
Alerta solar, todos se relacionan
gracias a un pacto que les permite subsistir. Sin embargo, poco a poco, pierden
el control. Pareciera que, en el universo de este director, la condición de sobrevivencia es la destrucción de los demás, siempre en medio de una realidad
marchita o apocalíptica.
En este caso, la banda de prudentes
astronautas de Alerta solar
pareciera ser la más preparada para resistir a la locura, a la codicia. Y, quizá por
eso, su deterioro se hace más interesante,
más dramático. Solo el físico Capa (Cillian Murphy) y la piloto Cassie (Rose
Byrne) guardan el equilibrio –uno de los aciertos del filme es haber
establecido, entre ambos, una complicidad emocional subterránea, tácita,
silenciosa, sin conducirla nunca por terrenos previsibles.
Pero lo más interesante es el
influjo que ejerce el Sol sobre los tripulantes. Antes fue el dinero (Millonarios), la droga (Trainspotting), el poder tiránico (Exterminio). Todos estos elementos eran
fuente de vida, de sobrevivencia, de aparente "felicidad". Ahora, en un cosmos frío y
oscuro, ese elemento es un Sol de efectos adictivos e insospechables. Nadie
escapa a ese encantamiento, a ese deseo secreto que invade a los astronautas,
ni siquiera Capa, ni siquiera el ejemplar capitán Kaneda (Hiroyuki Sanada). Este
es el aspecto más original de la película, ya que Boyle no solo filma la luz,
sino su fuerza, su belleza, su calidad hipnótica, que en este caso es tan vital
como devastadora.
Es cierto que hay influencias cinematográficas
claras: el computador Hal y la
navegación cadenciosa de la nave de 2001,
Odisea del espacio de Kubrick; la visión del planeta espiritual en Solaris de Tarkosvski; la claustrofobia
y el duelo en Alien de Ridley Scott;
y hasta los secretos metafísicos de Apocalipsis
ahora! de Francis Ford Coppola. Pero son referencias que hay que celebrar
porque, lejos de imitar, Boyle usa creativamente, moldea para alcanzar
sus propios fines.
Algunos
rasgos de estilo distintivos del autor son la distorsión de la imagen, el
efecto de vértigo, la aparición fantástica. Solo que esta vez colaboran mejor
entre sí, en una sofisticada poética de la luz y la oscuridad donde no hay nada de expresionismo y sí mucho de
abstracción lírica.
A pesar de su dinámica de acción incesante,
Alerta Solar es una película muy
europea, moderna y original. Como en todo buen filme, lo que está detrás del
esfuerzo físico de sus personajes es un avatar espiritual, esta vez agónico y sublime
a la vez. Cillian Murphy,
como el Martin Sheen de Apocalipsis ahora!,
hace un viaje a través de lo más oscuro del alma humana. Pero, a diferencia de
él, no deja de ser un místico redimido por una fuerza divina –ya sea esta el Sol, una luz infinita o un mar de fuego. (Versión modificada del texto publicado en Somos 26/05/2007)
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