Hollywood es experto en construir “fábulas para sentirse bien”, como tildó el veterano crítico Roger Ebert a esta historia asentada en la Norteamérica de principios de los años sesenta, precisamente en el conservador estado sureño de Missisipi. El filme (originalmente The Help en inglés) se basa en una novela de título homónimo de Kathryn Stocket, y si bien es una ficción, su materia prima la constituyen los conflictos raciales que nacen al interior de los hogares de las clases blancas acomodadas, que, por lo general, contaban con una “nana” negra que se encarga de todas las tareas domésticas y, sobre todo, de la crianza de los niños.
Pues Historias cruzadas es, en efecto, una historia complaciente, como a su vez lo fue Un sueño posible (The Blind Side, 2009, en la que Sandra Bullock era una señora republicana decidida a acoger, en su familia, a un joven deportista negro). Si bien la primera es mejor, podemos decir que sus virtudes -fluidez narrativa, ambientación, humor-, compiten de cerca con sus defectos -maniqueísmo, villanos de caricatura, sentimentalismo predecible, etc-. Sin embargo, es gracias, sobre todo, a las actuaciones de Viola Davis y Octavia Spencer -en la piel de las dos empleadas protagonistas-, que el filme logra hacernos olvidar, por momentos, el cuento colorido y aleccionador, para presentar mujeres de carácter y a la vez frágiles, complejas y atribuladas. Estos personajes, capaces de comunicar un desgarro y una sabiduría silenciosa, valen la entrada. (versión modificada del texto publicado en Somos 21/01/2012)
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