jueves, 7 de julio de 2011

Sin límites (2011) de Neil Burger


Eddie Morra (Bradley Cooper) es un perdedor en Nueva York. Su chica (Abbiy Cornish), a quien acaban de ascender, lo deja. Cuando nada parecía cambiar su destino, aparece el misterioso hermano (Johnny Witworth) de una ex - novia , quien lo compele a tomar una nueva droga que lo sacará del atolladero. Así empieza este relato hecho de complicaciones psicológicas, acción y suspenso, empeñado en representar una fantasía colectiva: la droga tiene la capacidad de llevar la actividad cerebral de Eddie a su máxima potencia, convirtiendo a la realidad en un mundo maravilloso en el cual vivir.

Neil Burger (El ilusionista, 2006) sabe darle al juego de artificios y apariencias un trasfondo moral y filosófico: sus héroes no dejan de tener un lado inescrupuloso, problema casi menor frente a  un entorno tan agresivo y competitivo como el nuestro. Lo interesante de Sin límites no solo recae en el virtuosismo para expresar las mutaciones de las sensibilidad de su personaje, o su capacidad demiúrgica; sino, también, en su delirante economía narrativa -que prescinde de explicaciones innecesarias frente a la trama fantástica-, y en su forma nada subrayada de apuntar las licencias morales de una época cada vez más cínica. En la historia de Eddie se cuelan, no sin cierta crueldad, los anhelos secretos del éxito a cualquier precio, o un nuevo pacto social donde el pragmatismo no conoce escrúpulos -porque la única vida que vale la pena es la del poder y el dinero- y eclipsa cualquier ideal romántico. (Versión modificada del texto publicado en Somos 02/07/2011)

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