Lejos de caer en los corsés de un thriller del montón, mucho del éxito de Atracción Peligrosa recae en la habilidad de profundizar en los conflictos más íntimos de Doug -líder de una banda de atracadores de bancos de Boston-, desarrollando varias subtramas a la vez: la relación tirante con su amigo James (Jeremy Renner); el affaire con Claire (Rebecca Hall), una de las testigos de los asaltos; el deterioro de sus vínculos con su padre (Chris Cooper), y con Krista (Blake Lively), su pareja; y, por último, su propia mirada acerca de su permanencia en la mafia.
Algunos han criticado la actuación de Affleck, pero quizás no se haya reparado en que esta marca una aproximación diferente al género. El filme no acentúa los rasgos teatrales de los gángsters, ni la atmósfera estilizada que siempre ha configurado su mitología. En ese sentido, es interesante comparar Atracción peligrosa con Los infiltrados (2006) de Scorsese -otro estupendo filme sobre la mafia irlandesa de Boston, solo que operática y afiebrada, y apoyada en la figura exagerada, magnética, de Jack Nicholson.
Por el contrario, Doug gana interés por sus crisis contenidas, lejos de exabruptos. Huérfano de madre, y con su padre en prisión, el jefe de la pandilla actúa con firmeza, pero aquejado por un aire melancólico y distante. Habiendo perdido a sus padres, Doug parece haber perdido, también, el piso en el que reafirmar un proyecto de vida. La banda de Charlestown, esa otra familia o tribu de raíces férreas, asentadas con la sangre del delito, no parece ser una opción convincente. Por su parte, el siniestro capo de la mafia (Pete Postlethwaite, de apariciones breves pero esenciales) está lejos de ser un padre sustituto, mientras que su amigo James representa un camino de rabia y autodestrucción.
Uno de los aspectos más interesante del filme es su capacidad de sugerir preguntas, o dilemas existenciales, sin verbalizarlos. Hay que recordar la visita de Doug al padre, quien, en una de las mejores escenas de la película, tiene palabras poco alentadoras para su hijo en torno a la posibilidad de encontrar a la madre perdida, mientras menciona el pesar por la cadena perpetua que padece. Por último, su furia y amargura no dejan resquicios para el cultivo de un lazo afectivo: no hacen falta palabras para ver, en la mirada de Doug, un desencanto cada vez mayor respecto a su lugar en el mundo, y la posibilidad de repetir la historia de su padre.
Es por eso, también, que Atracción peligrosa plantea la pregunta por el sentido de la fidelidad. Apuntala una reflexión moral, directamente relacionada con la cuestión de la ruptura con la tradición. Como en Desapareció una noche (2007), su opera prima, Affleck aborda la realidad social más marginal de su país -en este caso, los “blue collar” o clase trabajadora: la otra cara de la banda de Charlestown-, y nos hace pensar en las consecuencias que comprometen las elecciones morales de sus héroes.
¿Salvación o traición? Podría ser la pregunta que asedia a este joven y descreído gángster. Y es que casi todos son traidores o actúan como tales. Desde el detective Frawley (Jon Hamm), quien debe fingir una amistad con Krista -para sonsacar un secreto que permita capturar a la pandilla-; hasta el policía (Titus Welliver) que es acusado por Doug, en una confrontación verbal, por haberse “cambiado de bando”. Más allá de las escenas de atracos, extraordinarias todas -sobre todo la última-, e inspiradas, en gran parte, por Fuego contra fuego (1995), de Michael Mann, las imágenes transparentes y algo pálidas del filme nunca dejan de transmitir la pulsación ansiosa de la pregunta por la traición, por la fidelidad, por una fuga liberadora.
En efecto, Doug aspira a otra vida. Pero eso significa dejar una tierra que le reclama una deuda total, los amigos que salvaron su vida, una herencia cruenta pero orgullosa. ¿Quién es él finalmente? La de Doug es una identidad escindida. Se ha enamorado de una de las testigos de sus atracos, y lo ha hecho a costa de negar su clase, su condición, su proveniencia. Así, Atracción peligrosa nos coloca frente a una cadena de hechos que no dejan de complejizar, de forma fascinante, las tomas de posición, las decisiones, las acciones, todas filmadas con una sobriedad y lógica prodigiosas.
Por último, si bien el personaje de Claire reclama una consistencia mayor -lo que nos deja a un paso de la perfección-, pocos directores tienen esa capacidad de devolver, a la violencia, un sustrato dramático tan sólido. En ese sentido, no quisiéramos, tampoco, dejar de mencionar la actuación de Jeremy Renner, quien personifica a uno de los pocos gángsters que pudieron haber entrado en La pandilla salvaje (1969) de Peckinpah.(En Godard! N° 26)
1 comentario:
Me gustó con todo y que carece de muchos elementos entre ellos de un guión bien escrito pero desde el punto de vista actoral es estupenda y no podemos negar que la participación de actores como Jon Hamm fueron claves para que se posicionara como una de las pelis atractivas en el momento de sus estreno.
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