Seth MacFarlane llega al cine con esta comedia sobre un joven de la
clase trabajadora (Mark Whalberg) que pone en peligro la relación con su novia
(Mila Kunis), debido a su amistad con un oso de peluche que, mágicamente, cobra vida
propia. El megalómano bebé Stewie de
la serie de TV Padre de familia –que
también tiene la voz de MacFarlane–, es ahora Ted. Vulgar y sucio, escatológico
y mordaz, Ted es también una brutal humanización del tópico más amable de la
cultura americana. La fórmula de MacFarlane: los íconos más “sanos” se
convierten en armas perversas para que reine el humor negro, para que la anarquía
se haga efectiva. Nadie se salva: ni el “ET” de Spielberg; ni las cláusulas
prohibitivas de lo “políticamente correcto” relativo al machismo, el sexo, o
los chistes raciales; ni la ética de trabajo de la sociedad americana (hay que
ver a Ted siendo “ascendido” por insultar al jefe); ni una historia que juega
con los diversos códigos genéricos: la buddy movie, la comedia romántica, el thriller de asesinos en serie, la
acción, el drama, todos los clichés de Hollywood –el cine como fantasía e
ilusión– entran en una ruleta lúdica, y son explotados por la comicidad malévola
del entrañable Ted. Mención aparte para el homenaje cinéfilo a una cinta B de
culto –la Flash Gordon de
1980–, otro ingrediente que hace del filme un tributo a la adolescencia, además
de cáustica celebración de la cultura pop contemporánea. (En Somos 06/10/12)
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