Oliver Stone es el director de dramas bélicos y biopics políticos como Pelotón, JFK, y Nixon, pero también es el artífice de títulos que proponen la sátira como ingrediente principal –ese es el caso de U-turn, Asesinos por naturaleza, y ahora, Salvajes. Basada en la novela de Don Winslow, esta última cuenta la historia de un trío de muchachos de California, donde “O” (Blake Lively) es la “novia compartida” por “Chon” (Taylor Kitsch) y Ben (Aaron Taylor-Johnson). Los tres lideran un feliz negocio de venta de marihuana, hasta que se les cruza en el camino un cartel mexicano liderado por la despiadada Elena (Salma Hayek).
Stone utiliza recursos conocidos: colores cálidos, sensuales
movimientos de cámara, montaje dinámico. El estilo busca un efecto envolvente
de seducción, en consonancia con el hedonismo del trío que, fuera de la ley,
parece haber alcanzado un paraíso en la tierra. Hay una fábula de “pérdida de
la inocencia” de los protagonistas, y todo el filme pone en juego los duros
desafíos “deshumanizadores” que suscita la guerra con los gángsteres latinos.
Lo que se resiente, no obstante, es que el tono cómico, a veces, no llega a
suplantar bien las escenificaciones dramáticas que se presentan. Por otro
lado, los mafiosos que interpretan Benicio del Toro y Salma Hayek no
trascienden el esbozo y la caricatura. Stone ha hecho una especie de thriller lleno de humor y crueldad, que destila un
virtuosismo y habilidad narrativa que su experiencia da por descontado, pero que
está lejos de convencer del todo. (versión modificada del texto publicado en Somos, 29/09/12)
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