Antonio Banderas es Robert Ledgard, un científico que trabaja con la genética para producir una piel que permita reconstruir los cuerpos y los rostros irremediablemente dañados. Es así que el doctor se obsesiona con uno de sus experimentos -ligado a una misteriosa muchacha, Vera (Elena Anaya)-, a pesar de la desaprobación de la comunidad científica. Pero lo que está detrás de estas excéntricas tareas es una serie de tragedias que, como un laberinto de historias que llevan a otras, van redimensionando nuestra comprensión de los personajes y sus acciones -de una forma tan radical y profunda, que resulta, a la vez, perturbadora y conmovedora.
Más cerca de los dominios de un Cronenberg y las fronteras más sutiles del horror, Almodóvar fabrica un tejido onírico y sinuoso, lleno de disfraces y mutaciones, de imágenes y motivos de resonancias míticas (las estancias de Franjou y Whale, las desgracias pigmaleónicas del Vértigo de Hitchcock). Pero siempre logrando una síntesis intransferible, que incorpora lo grotesco, el melodrama, un extraño humor, así como sus siempre distintivas quimeras de identidad, para terminar haciendo verosímiles los caprichosos giros del destino, y poniendo al pensamiento frente a las dimensiones más problemáticas del ser humano. Y diremos al final: ninguna alusión a la historia del cine -en este filme hay muchas- basta para agotar la hondura de uno de los títulos más cautivantes de la carrera de su autor. (En Somos, 17/03/2012)
2 comentarios:
Hola Sebastián: muy bueno el blog. Justo ahora acabo de comentar La piel que habito en el mío. Te dejo el link para que le des una revisada: www.artbyarion.blogspot.com
Saludos
Hola Arion, gracias por tu comentario, leeré tu blog con interés. Saludos,
Sebastián Pimentel
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