Mucho se ha dicho sobre esta película del mexicano Alfonso Cuarón,
quien ya sorprendía a la crítica
estadounidense con la sobrevalorada Y tu
mamá también (2001). Luego, Cuarón demostraría su talento con Niños del hombre (2006) y, ya con una
carrera internacional a cuestas, necesitó cerca de cinco años para realizar el
que se ha revelado como su filme más exitoso, además de costoso –cuenta con dos
de las estrellas más solicitadas de Hollywood: Sandra Bullock y George
Clooney–, sobre unos astronautas que tienen dificultades para cumplir su misión
–la reparación de un satélite en el espacio.
Lejos de crear efectos aparatosos, en Gravity,
la tecnología está al servicio del arte: se logra una especie de estilo
“transparente”, con tomas larguísimas que proporcionan un realismo limpio, de
experiencia “en tiempo real” y permanente flotación en el espacio. Pero, sobre
todo, el constante peligro de ser tragados por la oscuridad y el vacío. También
hay que destacar la dosificación de la luz y el suspenso, la música y el
silencio, que crean las atmósferas correctas para la experiencia de la
precariedad y el asombro. Lo que juega en contra, por otro lado, es el aspecto psicológico
que envuelve al personaje de Bullock, que involucra algunas “pruebas de
voluntad” y líneas del guión algo trilladas. Sin embargo, el lado menos
original del filme no llega a ensombrecer sus mejores momentos. Eso sí, Gravity está aún muy lejos de 2001, odisea del espacio, a la que
rinde un respetuoso homenaje. (En: Somos 16/11/13)
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