Una nueva película del británico Paul Greengrass siempre es una buena
noticia. Luego de su incursión en la
saga del espía Bourne, y La ciudad de
las tormentas –sobre el conflicto de Irak–, el realizador británico vuelve
a conquistar a público y crítica con esta recreación de la historia real que
protagonizó el capitán de un buque de carga norteamericano en el Océano Índico,
al ser asediado por piratas africanos.
Greengrass utiliza pocos elementos y les saca el máximo provecho. No solo
estamos frente a un reparto estupendo –donde resalta el actor no profesional de
origen somalí Barkhad Abdi como el líder de los asaltantes del barco, mientras que Tom Hanks logra
una mezcla perfecta entre carácter y vulnerabilidad. La dirección y edición, por otra parte, no
pierde tiempo en instalarnos en la acción, una que está llena de detalles
dramáticos bastante inusuales en un filme de Hollywood. El director de Domingo sangriento se revela como el
cineasta con conciencia política que siempre fue, y permite conocer los
resortes estructurales que dan cuenta del accionar de los piratas. Lejos de
estereotipar, el filme humaniza a sus personajes, y permite conocer los
profundos abismos sociales y culturales que separan a los dos bandos. Llama la
atención, por último, el crecimiento a escala épica del incidente: esa
multiplicación progresiva de los planos de la acción –que, poco a poco, va
involucrando cada vez más gente, y que, como sucedía en los otros títulos del
autor, pone la historia en el límite del control y el descontrol, la vida y la
muerte, el crimen y la salvación. (En: Somos 07/12/13)
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