En ¿Sabes quién viene? no
hay intrigas que refieran a una verdad oculta como motor del relato. Todo lo
que se pone en escena funciona en virtud del absurdo: dos parejas adultas se
reúnen para “arreglar”, civilizadamente, el espinoso asunto que supuso una
accidentada pelea entre sus hijos. Pero, en lejana resonancia con El ángel exterminador de Luis Buñuel,
los dos matrimonios neoyorquinos no dejan de reanudar la “conversación” al
interior del apartamento. Una fuerza misteriosa parece que los retiene. A la
vez, las buenas maneras y la cortesía se desmoronan poco a poco; los atildados
señores se comienzan a convertir en grotescos contrincantes, cada vez más
sádicos, crueles, e instintivos, a la par que histéricos, masoquistas, y
extrañamente cómplices. La mascarada inicial da paso al confesionario salvaje,
gracias a un estilo transparente que disecciona el teatro social hasta
desnudarlo, y hace del departamento un campo de batalla. Allí, las excrecencias
físicas dejan sus restos, al igual que el desgaste psicológico. Las parejas
bienpensantes se reconocen, se atraen y se destruyen, no sin cierto placer
–mientras un celular que no deja de sonar hace eco del absurdo de la situación
y la época. Con un tónico y furioso humor negro, Polanski disecciona rostros,
cuerpos y espacios en un flujo de tiempo real que no da tregua y que está
abierto a múltiples lecturas. Cuatro excelentes actores lo dejan todo en este
inolvidable match: Jodie Foster, Kate
Winslet, Christoph Waltz, y, sobre todo, el gran John C. Reilly. (En Somos, 10/11/12)
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