En la senda de películas latinoamericanas que
entrecruzan un puñado de destinos trágicos –muchos recordarán la mexicana Amores perros– llega esta película
nacional, estrenada en el Festival de Lima. Si bien tiene a su favor algunas
actuaciones destacadas, como las de Ismael Contreras, Lucho Cáceres, y Sebastián
Monteghirfo, el filme, proclive a sumar momentos de choque, no deja que sus
historias y personajes se desarrollen, de modo que puedan adquirir una
verdadera densidad dramática. La resolución de los relatos –entre los que se
mezcla a los barristas de fútbol, la procesión del Señor de los Milagros, y una
banda de falsificadores de dólares– es abrupta e inverosímil, y el caso más
notorio quizá sea el del policía encubierto que interpreta Giovanni Ciccia,
cuya tribulación amorosa carece de justificación y consistencia. Lo mejor es el
transportista arrepentido que encarna Ismael Contreras, su dolor y turbación
merecieron un protagonismo mayor. (En: Somos 02/11/2013)
domingo, 10 de noviembre de 2013
Rocanrol 68 (2013) de Gonzalo Benavente
Llega a cartelera este largometraje nacional, sobre un grupo de
adolescentes de clase alta aficionados al rock, a fines de los sesenta. Con
poca fortuna, Jesús Alzamora, Sergio Gjurinovic, y Manuel Gold ensayan
un registro cómico “ingenuo”, proclive a disfuerzos y muecas que supuestamente
rinden homenaje al cine mudo y a una serie de películas clásicas. Sosteniéndose
a partir de estos sketches
excesivamente dilatados, más cansinas referencias a la cultura pop de la época,
y a falta de un buen guión, es poco lo que podían hacer las canciones de Los
Saicos o Traffic Sound. Junto a la banda sonora, lo que saca por momentos a la
película de su habitual estupor recae en la actuación de Mariananda Schempp,
quien interpreta a una vecina “hippie” con la frescura e inteligencia
suficiente como para llamar la atención del espectador. (En: Somos 09/11/2013)
El espacio entre las cosas (2013) de Raúl Del Busto
El filme se abre paso a través de imágenes
hipnóticas y de una voz que cuenta la historia de Glauber Maldonado, policía
anonadado por una realidad que observa, entre viaje y viaje, entre el sueño y
la vigilia. Pero, ¿quién es el que sigue hablando? ¿el cineasta o el policía?
¿Raúl del Busto, o Glauber Maldonado? Me temo que eso es lo de menos. Del Busto
nos coloca frente a un hombre que se inventa a través del personaje que crea,
pero, a la vez, nos pone frente a un personaje que termina convirtiéndose en el
autor del filme.
En esta película, las imágenes siempre dialogan
entre ellas, los espacios parecen desconectados, pero nosotros los conectamos
gracias a la voz en off. ¿Qué hay “entre” las cosas? Como sucede con otros
cineastas visionarios, lo que está entre las cosas es una conciencia, un
espíritu. Del Busto nos invita a rememorar las voces, imaginar, volver sobre visiones
anteriores que nos harán “leer” las nuevas, en una constante y fascinante
relectura del sentido. Sin embargo, no se piense que este es un filme “frío”. El espacio entre las cosas es también
la revelación de un país, de un continente, de un mundo que nos abandona a la
soledad, a un viaje bello y terrible a la vez. De las calles y la selva peruana,
a los cielos y aeropuertos del mundo, estamos ante un registro del dolor y el
éxtasis, la contrición y el delirio, el recogimiento y la liberación. (En Somos: 18/09/2013)
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